Suena el timbre, metes los libros como puedes en la mochila
y corres escalera abajo. Una estampida infantil, todos gritan. La hora del
recreo no se negocia y cada minuto extra que te conceden los profesores es un
soplo de libertad. Mientras los menos hábiles abren su paquete de galletas en
un banco a la sombra, tú te plantas con todo el solazo en la pista de fútbol,
das tres toques y en un pares o nones están listos los equipos. En ese momento,
justo antes de empezar, analizas la situación con más detalle que el examen de
mates que acabas de terminar y aclaras las ideas: a ver, tenemos al rebelde, al
listo y al bueno. Bien. Hoy podemos ganar.
Estas escenas rememoran mis épocas mozas, cuando lo más
importante era demostrar todo tu potencial en apenas unos minutos que sabían a
gloria. Daban igual las condiciones atmosféricas, el tener que sortear decenas
de piernas al coincidir tres partidos a la vez (malditos campos del colegio) o
incluso saber que luego acabarías volviendo a la realidad de los libros. Todo
quedaba en nada durante ese dulce periodo.
Todas esas sensaciones, esos síntomas de felicidad, alegría
y renacer han vuelto a mi vida gracias a unos personajes e-XTREAM-adamente
curiosos y fieles a unos conceptos que van ligados a los míos. Volver a sentir
esa ilusión por un balón, esperar con ansia los días marcados en rojo en el
calendario y juntarme con esos locos enormes ya se han convertido en una enorme
satisfacción.
A todos ellos debo darles las gracias por dejarme participar
en este desafío semanal que ya dura unos meses, pero especialmente hay una
persona a la que va asignada una mayor porción del pastel. He conocido a mucha
gente aficionada al fútbol y a juntarse para dar unos toques, pero solo hay uno
que llega a mis niveles de devoción por el deporte rey. Su nombre es Migu y es
otro “juegalotodo” como yo. Nos conocimos “acoplándonos” a cualquier partido
que surgiese. Donde estaba él, aparecía yo y así sucesivamente fuimos
coincidiendo cada vez más en diferentes grupos de fútbol.
Él, al igual que yo, no tiene ningún problema a la hora de
darle patadas a un balón, aunque no conozca a ninguno de los participantes del
partido. Es lo que se diría en Argentina “un potrero”, un auténtico jugador de
la calle, que además tiene la misma pillería con el balón que los grandes magos
futboleros que han surgido de las calles.
Su enésima invitación para ir a jugar, acabó que conociera a
un grupo unido, sólido y sin fisuras denominado Xtream Team. La plaga de
lesiones que azotaban al equipo facilitaron mi entrada en el grupo, del que
sentí formar parte desde el primer día, gracias a la gran acogida de todos los
integrantes.
Todos y cada uno de los integrantes, me han demostrado que
son imprescindibles en este equipo, en el que no hay lugar a estrellas, sino a
obreros de pico y pala que reman todos para el mismo lado y aúnan esfuerzos
para un bien común.
Fran, es “il capitano”, siempre aportando el carisma, la
fuerza, la leyenda y la tranquilidad al grupo. Sebas se
podría definir como el macho alfa en el terreno de juego: decisivo, todoterreno
y con duende. Kuki es la agilidad, los reflejos y el hombre de las paradas
imposibles, todo un seguro de vida. Luis es la chispa, el empuje y el
desmarque. Rebo es el velocista, el dribling y la cintura privilegiada. Tellez
es la contundencia, la pasión y la entrega. Victor es el oficio, la constancia
y la resistencia. Migu es la magia, el desparpajo y el toque. Y de Luichi no
puedo pronunciarme porque no he tenido el placer de coincidir en el terreno de
juego con él.
Pero más allá de las cualidades técnicas de cada uno de
ellos, me quedo con las cualidades humanas de todos ellos. Con las locuras de
Tellez, con los comentarios de Luis, con las estadísticas de Sebas, con las
preferencias gastronómicas de Kuki, con los rompecabezas de Migu, con los
trailers de Fran y Victor dignos de ser producidos en Hollywood y con las botas
mágicas de Rebo.
Esta es mi manera de agradeceros a todos vosotros, la
oportunidad de haberme dejado poner esta camiseta, que con todo mi esfuerzo
intento defender en cada partido. Es un placer poder compartir con vosotros las
victorias que todavía serán más en el futuro (ya que matemáticamente ya no hay
opciones en esta liga, me dejo mi sueldo a que nos llevamos la Copa, sería sin
duda un gran premio que nos merecemos seguro).
Vuelve a sonar el timbre y regresas a clase. Con suerte
habrán sido 20 minutos de partido, siempre insuficientes para un grupo de niños
en el patio del colegio. Para ellos el tiempo pasa muy rápido, casi tan veloz
como el de su infancia, mientras que otros, ya más mayores, retienen cada
instante entre pase y asistencia esperando a que el partido caiga de su lado
antes de que se vean obligados a despedirse.
Este tipo de artículos son los que mas me gusta publicar. Muy bueno Rafa, desde la reflexión mas intima de Migu, no habíamos visto algo así en el blog..jeje
ResponderEliminarA ver si alguien mas se anima a escribir algo así!
La verdad es que mola mucho leer de tanto en tanto entradas algo más serias y profundas. Yo estoy muy agradecido por ello! Lo malo es que si me pongo a escribir yo todo ese duende se vuelve locura y acaba en frikipost... jajajaja
ResponderEliminarGracias Rafa por una entrada así!
Grande Rafa, yo también tenía ganas de conocer a alguien que compartiera y comprendiera mis ganas de jugar al futbol ;) (Migu)
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